Los cronistas de Indias

Defensa de Cádiz contra los ingleses

A finales del siglo XV y principalmente en el siglo XVI se desarrolló un género literario entorno al descubrimiento de América y su colonización; este acontecimiento motivó la proliferación de material escrito para registrar e informar a la Corona Española todo lo que ocurría en la Nueva España.

Estas crónicas inician con el Diario de a bordo de Cristóbal Colón, donde el almirante describe sus primeras impresiones de las Antillas, y continúan con una larga serie de relaciones dedicadas a los múltiples aspectos de la naturaleza y de las culturas americanas, entrelazados con los hechos de los españoles en el proceso de colonización.

Fue entonces cuando la crónica alcanzó un esplendor incomparable, pues cualquier manifestación escrita era testimonio de la “Maravilla de América” o “la novedad indiana”. Las crónicas de Indias no sirvieron sólo para registrar la historia de la conquista, sino también para dejar testimonio de la cultura de los pueblos originarios del mundo prehispánico.

Durante este periodo la palabra crónica se convirtió en sinónimo de historia dado que la del Nuevo Mundo era escrita en tiempo real por los propios conquistadores, de forma testimonial.

Los cronistas pueden clasificarse en dos grupos; los que habían estado en América o habían sido protagonistas de alguna de las hazañas de la conquista y transmitían sus vivencias personales o noticias adquiridas en el entorno americano y los que elaboraron sus propias obras reuniendo la información a través de las noticias de otros o lecturas de escritos oficiales o privados, sin haber estado nunca en el Nuevo Mundo.

Templo Mayor

Al primer grupo pertenecen conquistadores, soldados, religiosos y funcionarios que desempeñaron algún papel en este proceso, junto con algunos indígenas y mestizos que se incorporarían posteriormente. El segundo está formado por la mayoría de los representantes de la historia oficial, quienes escribieron desde sus despachos gracias a un caudal inmenso de información de segunda mano, acumulado por los centros de la administración, como el Consejo de Indias, creado en 1524.

El Consejo de Indias fue creado para atender los temas relacionados con el gobierno de los territorios españoles en América creando a su vez la figura del cronista mayor de Indias. En 1744, Felipe V decidió que el cargo de cronista mayor debía pasar a la Real Academia de la Historia, sin embargo, se sucedieron algunos nombramientos más al margen de esta institución.

El cargo de cronista de Indias se inicia con la documentación reunida por Pedro Mártir de Anglería, que pasa en 1526 a Fray Antonio de Guevara. Juan López de Velasco sigue los papeles del cosmógrafo mayor Alonso de Santa Cruz. Antonio de Herrera es nombrado cronista mayor de Indias en 1596, y publica entre 1601 y 1615 la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra Firme del mar Océano. Antonio de León Pinelo (recopilador de las leyes de Indias), Antonio de Solís y Pedro Fernández del Pulgar cubrieron el cargo durante el siglo XVII.

Águila Cuauhxicalli

En el siglo XVIII, se crea la Real Academia de la Historia, que trabaja paralela al Archivo General de Indias. Destaca en esta etapa Juan Bautista Muñoz con su Historia del Nuevo Mundo, que quedó incompleta.

Sin embargo, esta actividad no fue exclusiva de los designados para realizar la tarea de cronista; muchas obras más fueron realizadas pero nunca fueron publicadas o su publicación fue póstuma; algunas de las obras que permanecieron inéditas se movían en círculos muy reducidos o eran usadas como fuente por cronistas posteriores.

Entre los cronistas más destacados se encuentran: Bernal Díaz del Castillo, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Cieza de León, Hernán Cortés, Francisco López de Gómara, Diego Durán, Francisco Ximénez, fray Toribio de Benavente, fray Bernardino de Sahagún y fray Francisco Vásquez.